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Lectura anexa. 

El proceso evangelizador está estructurado en etapas o momentos esenciales: la acción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catecumenal iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. Momentos que, sin embargo, no son etapas cerradas: se repiten siempre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evangélico más adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad (DGC 49).

La etapa iniciatoria o catecumenal,  es aquella acción por la que quien se ha convertido y aceptado la fe es introducido a la Iglesia por medio de la catequesis, por la participación en los sacramentos, por los comportamientos morales y testimonio que brotan de su incorporación. Es el momento de la iniciación cristiana, que comprende la iniciación en todo lo que la Iglesia es para adherirse plenamente a ella: la palabra, el servicio, la celebración, la vida comunitaria y la misión. En esta etapa,la Iglesia ejerce la función de iniciación. Ella realiza esta función, fundamentalmente, por medio de la catequesis, en íntima conexión con los sacramentos de la iniciación, tanto si van a ser recibidos como si ya se han recibido. Formas importantes de esta función son: la catequesis de adultos y jóvenes no bautizados, en el catecumenado; la catequesis de adultos bautizados que desean volver a la fe, o de los que necesitan completar su iniciación cristiana; la catequesis de los niños y de los jóvenes, que tiene de por sí un carácter iniciatorio. (DGC 51). En este sentido, toda Iglesia particular, en orden ante todo a una adecuada iniciación cristiana, debe ofrecer varios servicios articulados entre sí:  a) un proceso de iniciación cristiana, unitario y coherente, para niños, adolescentes y jóvenes en íntima conexión con los sacramentos de la iniciación ya recibidos o por recibir; y b) un proceso de catequesis para adultos, ofrecido a aquellos que necesitan ser iniciados mediante el catecumenado de adultos; c) un proceso de reiniciación, especialmente para adultos; d) un servicio para completar  o terminar en otros la  iniciación. (DGC 274). La catequesis de iniciación es el eslabón necesario entre la acción misionera, que llama a la fe, y la acción pastoral, que alimenta constantemente a la comunidad cristiana. No es, por tanto, una acción facultativa, sino una acción básica y fundamental en la construcción tanto de la personalidad del discípulo como de la comunidad. Sin ella la acción misionera no tendría continuidad y sería infecunda. Sin ella la acción pastoral no tendría raíces y sería superficial y confusa: cualquier tormenta desmoronaría todo el edificio. En este sentido, la catequesis debe ser considerada momento prioritario en la evangelización (DGC 64). Esto explica también porque la opción por la renovación de los procesos de iniciación cristiana es una opción por la renovación de todo nuestra sistema educativo, pues toca tanto lo que antecede (acción misionera), a ella misma en su interior (acción catecumenal), como lo que es su consecuencia (acción pastoral) En la actualidad la iniciación cristiana tiene una importancia primordial, tanto del punto de vista teológico como pastoral. Y no sólo por las dificultades por las que atraviesa o por los problemas que encontramos en su aplicación concreta. Si no, y por sobre todo, porque es ella el momento en que se estructura la personalidad del creyente, es la etapa en que se fundamenta la vida cristiana. Además, dada la necesidad de no saltarnos y de no dar por supuesta la acción misionera, así como de llevar a cabo la acción de primer anuncio de modo institucionalizado, la iniciación cristiana y la catequesis que la acompaña, se presenta como su consecuencia y continuidad necesaria. Unida de este modo tan estrecho y en necesaria coordinación con la acción misionera previa, la catequesis será asumida por nosotros como acción de iniciación, superando de este modo la mentalidad tan común que la reduce a su tarea presacramental. Jiménez, M. 2.2. Segunda etapa: etapa de acción catecumenal e  iniciatoria. En Ubicación del proceso de iniciación cristiana al  interior del proceso de evangelización. Recuperado el 29 de marzo de 2007. de http://www.isca.org.ar/cono%20sur/02-lainiciacioncristriana.doc